viernes, 22 de abril de 2011

Cristo Sufridor: Un relato desde la última Cena hasta su muerte en la cruz.

                                       
                        how do you make gifs


 MATEO 26,67-68
[67].Luego comenzaron a escupirle en la cara y a darle bofetadas, mientras otros lo golpeaban [68].diciéndole: «Mesías, ¡adivina quién te pegó!»

MARCOS 14,65
Después algunos empezaron a escupirle. Le cubrieron la cara y le golpeaban antes de preguntarle: «¡Hazte el profeta!» Y los policías del Templo lo abofeteaban.



Este día recordamos la Última Cena de Jesús con sus apóstoles en la que les lavó los pies dándonos un ejemplo de servicialidad. En la Última Cena, Jesús se quedó con nosotros en el pan y en el vino, nos dejó su cuerpo y su sangre. Fué allí cuando instituyó la Eucaristía y el Sacerdocio. Al terminar la última cena, Jesús se fue a orar, al Huerto de los Olivos. Ahí pasó toda la noche y después de mucho tiempo de oración, llegaron a aprehenderlo.



Los eventos del 13 y 14 de Nisán están más documentados y con mayor detalle que ningún otro par de días en toda la Palabra de Dios. Tan sólo este hecho debiera demostrarnos la importancia que tiene el estudio minucioso de lo acontecido en esos días. Si Dios pensó que eran tan importantes para dedicarle tanto tiempo seguramente nosotros también podemos. Cada detalle es importante.

El 13 de Nisán comenzó con la última cena y terminó en el pretorio. Cerca de la caída del sol de Lunes 12 comenzó la última cena. Hay buenas razones para creer que ésta comida tomó lugar en Betania. También sabemos que esta no era la comida de pascua ya que la pascua sería en unas cuarenta y ocho horas. Además de los doce apóstoles habría otros discípulos presentes. La cena incluyó una enseñanza de  Jesús acerca del servicio a través de lavar los pies de los apóstoles. En este momento Jesucristo ya sabía que esta iba a ser su última comida. Les dijo que uno de los doce iba a traicionarlo. Mas tarde le dijo a Judas que el iba a hacerlo. Judas recibió por parte de Jesucristo un gesto de honor y amistad que era el pan embebido y Judas salió para llevar a cabo su plan de traición. También fue en esta cena que el señor Jesucristo instituyó la comunión. Después que los comensales terminarán predijo las negaciones de Pedro, les dio mandamientos acerca del amor y les enseñó grandes verdades acerca de la paz de Dios y el futuro, y les enseñó del consolador que vendría, el don de espíritu santo. Cantaron un himno de alabanza y se fueron al Monte de los Olivos. El lugar donde iban era un lugar familiar, el Jardín de Getsemaní.

Durante la caminata al jardín Jesús les habló de las magnificas verdades de Juan 15 y 16. Paró y oró la tremenda oración del capítulo diecisiete de Juan. Les enseñó de comunión, del futuro, de su poder legal de representación y de su muerte. También durante  esta caminata declaró dos veces que Pedro lo negaría, mientras insistentemente Pedro decía que el iba a estar firme frente a cualquier circunstancia.

Finalmente Jesús y sus discípulos llegaron al jardín de Getsemaní. Ahí sus discípulos se durmieron, Jesús oró fervientemente  en tres distintas ocasiones. Según Jesús ponía su completo corazón y alma en la oración, su  transpiración era muy profusa. En sus oraciones le pidió a Dios si pudiera encontrar alguna otra manera para que el lograse los propósitos de Dios sin la agonía, sufrimiento y muerte que Jesús tenía por delante. Después de  tres oraciones, la respuesta final y completa fue establecida: no había otra manera. Jesús tenía que pasar por la serie de eventos venideros según habían sido revelados a el.

En este punto tarde en el atardecer, cientos de soldados romanos armados, oficiales de la guardia Levítica del templo y líderes religiosos llegaron al Jardín. Quedaron impresionados con la conducta denodada de Jesucristo cuando se llegó a ellos y les preguntó a quien buscaban, los mismos soldados se echaron para atrás y cayeron al suelo. Judas vino y besó a Jesús esperando engañar a sus colegas mientras secretamente mostraba a los soldados a qué hombre apresar. No obstante Jesús no fue engañado. En la confusión y tensión del momento, Pedro sacó su daga y cortó la oreja de Malco, un sirviente del sumo sacerdote. Jesús le mandó a Pedro que deje de pelear e hizo un milagro restaurando la oreja de Malco. Jesús los confrontó a sus captores y se entregó a ellos. Según los soldados llevaban a Jesucristo los discípulos se desparramaron.

Jesús fue llevado entonces al palacio del sumo sacerdote donde primero apareció a Annás. Mientras tanto Pedro logró, con la ayuda de un discípulo influyente entrar en la parte central del palacio. Este discípulo usó su influencia para convencer a la mujer que guardaba la puerta que dejara entrar a Pedro. Ella de repente le preguntó a Pedro si el era uno de los discípulos de Jesús y el dijo que no.

Cuando Jesús estuvo frente a Annás el sumo sacerdote comenzó a interrogarlo y Jesús contestó con emoción totalmente controlada y denuedo. En un momento un oficial lo golpeó con una vara fina tipo látigo, la primera de muchas veces que iba a ser golpeado antes de la crucifixión.

De Annás, Jesús fue llevado a Caifás. En este punto dos eventos notables ocurrieron simultáneamente. Mientras Jesús estaba adentro del palacio frente a Caifás, Pedro estaba en el patio enfrentando una serie de acusaciones. Cuando Jesús fue llevado frente a Caifás el, no sólo enfrentó a Caifás sino a los sacerdotes del Sanedrín que estaban allí reunidos. Este juicio estaba lleno de ilegalidades. Comenzó tarde a la noche, un momento ilegal para tal reunión. Los sacerdotes y el Sanedrín buscaron y usaron falsos testigos en un intento de acusar a Jesús. Finalmente el mismo Sumo sacerdote interrogó a Jesús. Cuando ellos escucharon que el dijo que era el Mesías porque un día se sentaría a la mano derecha de Dios, Caifás rasgó sus vestiduras en ira y acusó a Jesús de blasfemia. El Sanedrín siguió a Caifás y juzgó a Jesús culpable de la pena de muerte. Habiendo hecho esto el sumo sacerdote, los otros sacerdotes, los escribas y los ancianos comenzaron a torturar a Jesús: escupieron en su cara cubrieron su cabeza con una túnica para que no pudiera ver y le pegaron repetidamente en la cara y el cuerpo con sus puños y varas como látigos y lo azotaron y zurraron abriéndole terribles heridas. Mientras le golpeaban en la cabeza se burlaban diciéndole que profetizara quien le pegaba. Se mofaban pidiéndole que reconociera a sus atacantes que no podía ver. Mientras tanto Pedro aun estaba en el patio cansado, intranquilo con frío. El tenía cada vez mas miedo de la gente alrededor de él. Cuando se sentó cerca del fuego una joven fue directamente a él y lo acusó de haber estado con Jesús. Pedro temblando lo negó con su segunda negación. Después de un rato un hombre se acercó y lo acusó de ser uno de los discípulos y Pedro lo negó por tercera vez. Pedro regresó al patio y un gallo cantó. Pedro estaba nervioso acerca de quienes lo rodeaban por que estaba metido bien dentro de territorio enemigo y no quería ser atrapado. La cuarta acusadora fue otra doncella que guardaba la puerta. Ella lo acusó de haber estado con Jesús que en ese preciso momento estaba siendo golpeado en el interior del palacio. Con un juramento Pedro juró que no conocía a Jesús y regresó al fuego del patio. En poco tiempo algunos de los que se estaban calentado al fuego comenzaron a acusarlo de ser uno de los galileos discípulos de Jesús.  Jurando y maldiciendo Pedro dijo que él no conocía a Jesús. Rápidamente un hombre que lo había visto en el jardín de Getsemaní lo acusó. Pedro negó por sexta vez y escuchó cantar el gallo por segunda vez y su rostro se encontró ojo con ojo con el rostro golpeado de su maestro de una manera que jamás habrá palabras para poder describirlo. Recordando que su maestro le había dicho que esto exactamente iba a pasar y habiendo visto a su señor tan inhumanamente maltratado se escapó a la calle en lágrimas. En estos momentos sería alrededor de la 1:30hs. de la madrugada. No hay registros en la Palabra de Dios en lo concerniente al lapso que va de este momento hasta la salida del sol.

Cerca del alba los sacerdotes y el Sanedrín se volvieron a reunir para juzgar a Jesús de acuerdo a  su estándar legal de dos apariciones  del acusado por penas capitales. Parecía oficial pero esta segunda parte del juicio también era una farsa. Hicieron las mismas preguntas y acusaciones que habían hecho unas horas antes y Jesucristo sin inmutarse dio las mismas respuestas. El veredicto final fue: este hombre debe morir !. Así fue dirigido al gobernador romano de Judea, Poncio Pilato.

Frente a Pilato los líderes religiosos presentaron  una versión distorsionada de sus acusaciones a fin de convencer al gobernador. Pilato interrogó a Jesús y no halló falta en él y quiso liberarlo pero los líderes religiosos insistieron. Pilato se alivió cuando escuchó que era galileo así tenía la excusa de enviarlo a Herodes, el tetrarca de Galilea. Jesús fue llevado a Herodes y los líderes religiosos lo siguieron. Justamente ese día el estaba en Jerusalén. Al ver al renombrado Jesús burlándose le dijo que le hiciera un milagro. Los líderes religiosos vociferaban sus acusaciones. Como Jesús no respondía Herodes y sus soldados lo trataron con desprecio. Lo vistieron con ornato como si fuera un rey y lo regresaron a Pilato. Con este involucrarse con Jesús, Herodes y Pilato se hicieron amigos.

Mientras tanto Judas estaba aturdido y confuso por esta cadena de eventos. Regresó al templo con las treinta piezas de plata, el dinero de la traición para devolvérselas a los sacerdotes y ancianos. Ellos las rechazaron por que era “dinero de sangre”. Judas enormemente turbado arrojó las monedas en el templo y se fue ahogado en emoción y dolor. Pudo devolver el dinero pero no pudo borrar el hecho en sí mismo. Los principales sacerdotes y los ancianos tomaron la plata de Judas pero como era dinero de sangre y no podían ponerlo en los fondos del templo lo usaron para comprar un terreno para enterrar extranjeros.

Mientras tanto Jesús fue trasladado de Herodes de regreso a Pilato. Una vez mas Pilato le preguntó si el era rey. Jesús dijo que si.  Los líderes religiosos lo bombardearon con acusaciones y Jesucristo no respondió ni a ellos ni al gobernador quien estaba totalmente admirado de este Jesús de Nazaret. Se dio cuenta que los líderes religiosos querían deshacerse de Jesús por envidia pero con temor de ir en contra de sus deseos, Pilato decidió llevar el tema al pueblo para que ellos decidieran. El supuso que decidirían liberarlo. En cambio pidieron la liberación de un prisionero. De acuerdo a la costumbre de liberar un prisionero en la época de la pascua. Así Pilato les dio la opción de un asesino y revolucionario llamado Jesús Barrabás o Jesucristo. Para este momento Pilato estaba atrapado y perturbado. Su propia mujer le advirtió que lo dejara ir a Jesús. Pero la gente influenciada por los líderes religiosos pedían la liberación de Barrabás. Pilato ofreció azotar a Jesús y dejarlo ir pero la masa insistía en la liberación de Barrabás no la de Jesús.

Sorprendido Pilato regresó y ordenó azotarlo a Jesús lo que hicieron con una especie de látigo con trozos de hueso en su punta cuyo efecto está descrito en Salmos.

Salmos 129:2 y 3:
2 Mucho me han angustiado desde mi juventud; Mas no prevalecieron contra mí. 3 Sobre mis espaldas araron los aradores; Hicieron largos surcos.

Para llevar a cabo esta tortura se le despojaba al reo de sus ropas y se lo ataba a un poste. Con este instrumento de tortura se lograba desprender la carne pegada al hueso de la víctima literalmente “arando” la espalda dejando los surcos de la carne desprendida. El sangrado aquí debió haber sido intenso. Los soldados le golpearon y colocaron una corona de espinas en su cabeza.

Recordemos que para este entonces no hay registro que Jesús haya dormido algo desde el momento de su arresto (o en los momentos previos) hasta el momento de su muerte. Sus discípulos estaban muy cansados como para orar con el al momento de su arresto. Piense entonces, cuán cansado debe haber estado Jesús cuando enfrentó a Pilato. Tal fatiga incrementa la sensibilidad de una persona al dolor.

Pilato colocó un manto púrpura sobre Jesús. Lo hizo azotar y lo hizo desfilar frente a la gente como un hazmerreír. Pilato pensó que si lo veían en tal condición la multitud se conmiseraría y pedirían su liberación.

Con semblante sangrado fue degradado a un espectáculo público. Pilato dijo: " he aquí el hombre…" y uno se pregunta cuán hombre parecería el señor Jesucristo en este momento. Mucho tiempo atrás Isaías profetizó de la desfiguración física extrema que sufriría el Mesías.

Isaías 52:14:
Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres

Jesucristo fue golpeado de tal manera que quedó desfigurado mas allá de parecer humano. A pesar del plan de Pilato de que empatizaran con el, la multitud enardecida y empujada por los líderes religiosos pidió su crucifixión. Pilato regresó e interrogó por última vez a Jesús. No pudo convencer a la multitud e insistió pero la masa lo provocó diciéndole que no había rey fuera del césar dejándolo en una mala posición como gobernador de tal manera que si Pilato aceptaba cometería traición. Esto fue demasiada presión para Pilato. Prevaleció la turba y ya era mas o menos mediodía del martes.

Después de haber cedido ante la multitud Pilato lavó sus manos en señal de desligarse de responsabilidad sobre la muerte de Jesús. Colocó la responsabilidad sobre los judeanos quienes rápidamente la aceptaron. Si bien es cierto que la ejecución fue llevada a cabo por los soldados romanos  el análisis final muestra a las claras que la responsabilidad cae sobre los líderes religiosos. Pilato cedió ante la presión que acumularon sobre él. Las acciones tan contradictorias y desesperadas de Pilato lo hacen uno de los personajes más intrigantes de todo este relato.

Después de esto Pilato envió a Jesús  al pretorio con los soldados en lo que ya sería la tarde del trece de Nisán. Poco se sabe en cuanto a lo que ocurre entre este momento y la mañana siguiente. Lo que está registrado habla de horribles torturas.

Pilato lo hizo azotar de manera brutal nuevamente. En el pretorio una cohorte de entre cuatrocientos y seiscientos soldados se reunieron y se mofaron y lo torturaron un poco mas. Volvieron a sacarle la ropa a Jesús. Cada vez que lo despojaran de su ropa desprenderían con ellas la sangre seca pegada a estas y a sus heridas que acrecentaría el dolor. Lo disfrazaron en púrpura real y una túnica escarlata militar.

Después de tejer una corona hecha de espinas los soldados la forzaron sin piedad en su cuero cabelludo y le colocaron una caña en su mano a manera de cetro real. Se inclinaban ante él como si fuera un rey. Le escupieron, tomaron la caña y le golpearon la cabeza haciendo que las espinas entraran mas adentro con cada golpe haciendo que el dolor agonizante se agravara. Este tipo de heridas generan mucha hemorragia. Sus ropas estarían empapadas en sangre y sus pelos también estarían teñidos con la sangre y junto con la burla la tortura continuaba.

Para la mañana los soldados pusieron sobre el señor Jesucristo sus propias ropas renovando así el dolor de sacar las anteriores ropas pegadas a su cuerpo por la sangre seca. Lo arrastraron fuera del lugar. Difícilmente podría sostenerse en pie y escogieron a un hombre que pasaba por ahí de nombre Simón de Cirene. Los soldados lo obligaron a cargar la cruz que Jesús no pudo haber llevado a causa de su condición física. Estaría tan débil  e inhumanamente golpeado que apenas podría pararse por sí mismo mucho menos llevar una cruz. Los soldados tendrían que llevarlo al Gólgota.

Yendo por las calles de Jerusalén la multitud pudo ver un hombre apaleado, un hombre que era mas bien una masa de carne golpeada y desgarrada uno que no tenía semblanza humana que apenas podía ser reconocido como hombre, que había sido salvajemente azotado con látigos y varas, golpeado con puños atado a un poste y repetidamente golpeado con palos, un hombre  que tenía su cara y cabeza cubierta con un trapo y provocado a nombrar a sus agresores, uno que fue desgarrado una y otra vez de sus costras de sangre seca por cambiar sus ropas para burlarse, uno que tuvo dos coronas de espinas sobre su cabeza al menos una de las cuales fue hundida en su cuero cabelludo, uno enfrentando la tortura física que fue acusado e ilegalmente interrogado sin fundamentos de modo implacable, uno que fue escupido repetidamente, vestido y desvestido por otros, desfilado como un bufón frente a una multitud que vociferaba por su muerte frente a cientos de soldados torturadores.

Éste es el hombre que la gente salió a ver a las calles de Jerusalén mientras pasaba, el hombre que trasladaban los soldados al Gólgota ese miércoles a la mañana. Este fue nuestro salvador. Nuestro cordero pascual. El sacrifico máximo. Este hombre que lo único que hizo fue amar a Dios y a las personas que sanó a muchos  y declaró la verdad de Dios a la gente. Éste hombre que pudo haber sido librado por 72.000 ángeles pero en cambio prefirió llevar el dolor y la humillación. Este hombre hizo esto por que nos amó. Este era el unigénito de Dios.

Según era llevado por los soldados al Gólgota se las arregló para girar su cabeza a algunas mujeres en la multitud. En lugar de buscar piedad declaró la verdad de lo que iba a pasar. La habilidad de Jesucristo de llevar su mente a la Palabra de Dios bajo cualquier situación es impresionante.

Dos malhechores fueron llevados al Gólgota para la crucifixión al mismo tiempo que fue llevado Jesús. Cuando estaban cerca se le dio una mezcla de vino y mirra que rehusó beber ya que normalmente eran ofrecidos como calmantes a las víctimas pero Jesús eligió el dolor y la agonía por nosotros.

Una vez en el Gólgota se le ofreció una bebida por segunda vez. Esta vez era un vino barato mezclado con hiel también calmante pero de nuevo rehusó beber. Al crucificarlo fuera de la ciudad se cumplió la Ley que decía que el cordero pascual debía ser sacrificado fuera de la ciudad.

Entonces los soldados clavaron a Jesús sobre la cruz con los dos malhechores a sus lados. Era cerca de las 9 de la mañana. Los soldados que guardaban la cruz de Jesús tomaron sus ropas, la partieron en cuatro pedazos uno para cada uno de ellos. Luego apostaron por su túnica. Una vez mas la multitud comenzó la burla empujados por los líderes religiosos. Retaron a Jesús que probase que era el Mesías bajándose de la cruz. En burla los soldados volvieron a ofrecerle vino barato, entonces se sentaron y miraron a Jesús. La acusación que Pilato había ordenado que se escribiera en tres idiomas fue entonces colocada sobre su cabeza en la cruz. Mientras uno de los malhechores lo injurió el otro creyó. Jesús lo miró y le prometió un paraíso futuro. Entonces dos hombres mas que eran ladrones fueron llevados para ser crucificados con los tres que ya estaban desde antes. Ahora había cinco crucificados.

La burla continuaba. Desde el mediodía hasta eso de las tres de la tarde hubo oscuridad sobre la tierra. Entonces con una exclamación de triunfo Jesucristo dijo: Dios mío, Dios mío con este propósito he sido reservado. El propósito era nuestra redención. Era un grito de victoria en el medio de lo que parecía derrota total. La endurecida y escéptica turba entendió que clamaba por Elías. Uno de ellos corrió, llenó una esponja con vino, la colocó en una vara y la elevó para ofrecérsela a Jesús. Era la cuarta vez que le ofrecían beber.

Durante los últimos momentos de vida sobre la cruz el señor Jesucristo encargó su madre al discípulo a quien el amaba. Finalmente pidió beber con una simple expresión: tengo sed. Uno de los amigos o su familia usando un hisopo elevó  la bebida a los labios de Jesús. Ahí dijo consumado es. Lo que estaba consumado era el trabajo que Dios le había encomendado. Con ello proclama: Padre en tus manos encomiendo mi espíritu. Inclinó su cabeza y murió. Después de transcurridas unas cuarenta horas de incesante tortura mental y física el hijo de Dios estaba muerto. En ese momento el velo del templo fue separado en dos de arriba abajo eliminando la separación entre Dios y el hombre nuestros pecados habían sido redimidos. Simultáneamente hubo un gran terremoto. La serie de eventos hizo que el centurión, el oficial militar a cargo creyera. La gente reunida en el Gólgota golpeaba sus pechos en temor y admiración.

Pronto vinieron soldados de Pilato que rompieron las piernas de los dos primeros para apresurar su muerte, llegaron a Jesús y como lo vieron que ya estaba muerto no le quebraron las piernas pero uno de los soldados con su lanza perforó su costado causando que saliera sangre y agua.

Finalmente un hombre muy respetado, José de Arimatea solicitó el cuerpo de Jesús a Pilato. Creyendo que Jesucristo resucitaría de la muerte, José con la ayuda de sus sirvientes llevó el cuerpo desde donde estaba a un sepulcro cercano. Las mujeres observaron como José envolvía simplemente el cuerpo de Jesús con una sábana y ponían su cuerpo en la tumba. Las mujeres se fueron para preparar  un entierro apropiado mas tarde. Después que se fueron, Nicodemo otra persona importante de Judea, vino con sus siervos a la tumba y nuevamente enterró a Jesús. Esta vez fue hecho de acuerdo a la costumbre de Judea. Esto fue completado antes de la caída del sol finalizando el miércoles catorce de Nisán.

Mirando hacía atrás a la crucifixión del señor Jesucristo podemos ver el extremo de la agonía y sufrimiento. Jesucristo fue golpeado flagelado, burlado, interrogado y acusado durante un período de mas de treinta horas desde el momento de su arresto al momento que fue llevado al Gólgota. La presión mental antes y durante este tiempo era tan acuciante como los golpes físicos. Su semblante estaba tan desfigurado que Isaías dijo que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.

Al final colgó sobre la cruz por aproximadamente seis horas antes de su muerte lo cual era una terrible tortura. Respirar era tan doloroso y casi imposible con indescriptibles dolores y espasmos musculares. Los clavos que atravesaron sus manos y pies que deben haber tocado nervios y tendones produciendo tremendo dolor. Esto fue el grado máximo de agonía.

Jesús sufrió  cada daño imaginable sin que se rompiera un solo hueso. Los golpes de puño debieron haber dejado moretones. La corona clavada en su cabeza debe haber generado una tremenda hemorragia. Los azotes deben haber causado laceraciones.

Jesucristo era un hombre despreciado y desechado entre los hombres,  varón de dolores,  experimentado en quebranto.  El es nuestro hermano y completo salvador que sufrió y murió por nosotros. Nos amó tanto que sus heridas conquistaron nuestras transgresiones, nuestros pecados externos. Sus contusiones superaron en victoria a nuestros pecados internos. Su aflicción mental ganó nuestra paz mental. Sus heridas conquistaron nuestra enfermedad física. El es un completo salvador. El es nuestro señor Jesucristo

Isaías 52:14-53:12:
14 Como se asombraron de ti muchos, de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer, y su hermosura más que la de los hijos de los hombres, 15 así asombrará él a muchas naciones; los reyes cerrarán ante él la boca, porque verán lo que nunca les fue contado, y entenderán lo que jamás habían oído.
53:1 ¿Quién ha creído a nuestro anuncio? ¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová? 2 Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. 3 Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. 4 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. 5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. 7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. 8 Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. 9 Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su
muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. 10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. 11 Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. 12 Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.

Al morir esta muerte tan innoble, Jesucristo fue contado entre los transgresores. Aun así el que no conoció pecado se hizo pecado y Dios nos hizo Su justicia en él, gracias a quien tenemos el don más precioso que es la vida eterna.

Rev. Ruben Dario Daza

3 comentarios:

  1. La verdad es que hicistes un estudio biblico teológico sobre los acontecimientos e la vida de Jesus, incluyendo su pasión y muere, su antes, su momento, y su despúes. Sin embargo creo bueno mencionar lo siguiente:
    Los Evangelios nos dicen que Jesús comenzó a sudar sangre cuando estaba orando en el monte de los Olivos, específicamente en el jardín del Getsemaní. Esto no es un lenguaje poético sino una condición médica llamada "hematidrosis". No es muy común pero puede darse cuando hay un alto grado de sufrimiento psicológico.

    Lo que sucede es que la ansiedad severa provoca la secreción de químicos que rompen los vasos capilares en las glándulas sudoríficas. Como resultado, hay una pequeña cantidad de sangrado en las glándulas y el sudor emana mezclado con sangre. No es mucha sangre sino una cantidad muy pequeña. Esto provocó que la piel quedara extremadamente frágil de modo que cuando Jesús fue flagelado por el soldado romano al día siguiente, su piel ya estaba muy sensible.

    Ya Jesús estaba debilitado por lo sucedido en el Huerto y la noche entera sometido a falso juicio y golpizas y cárcel.

    Para acelerar la muerte, los soldados quebraban las piernas de los crucificados, utilizando para ello una lanza romana para despedazar los huesos de la parte inferior de las piernas. Eso evitaba que la persona empujara hacia arriba con las piernas para poder respirar así que la muerte les seguía en cuestión de minutos.

    En el Nuevo Testamento se nos dice que los huesos de Jesús no fueron quebrados como ocurrió con los otros crucificados. Esto fue así porque los soldados habían confirmado que Jesús había muerto; así se cumplió la profecía del Antiguo Testamento acerca del Mesías donde se dice que ninguno de sus huesos sería quebrado. Pero el soldado romano para confirmar la muerte de Jesús le clavó la lanza en su costado derecho. La lanza atravesó el pulmón derecho y penetró el corazón. Por lo tanto, cuando se sacó la lanza, salió fluido claro, como el agua, seguido de un gran volumen de sangre, tal como lo describe Juan, uno de los testigos oculares, en su Evangelio.

    Además hay que mencionar la humillación que sufrió por el desprecio y las burlas, cargando su propia cruz por casi dos kilómetros,
    mientras la multitud le escupía el rostro y le tiraba piedras (la cruz pesaba cerca de 30 kilos, tan solo en la parte horizontal, en la que le clavaron sus manos).

    Romanos 5,7-11
    "En verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir -; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos de la cólera! Si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida! Y no solamente eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación."



    ResponderEliminar
  2. Muy interesante este estudio. me encantó la forma de abordar este tema. Fue muy bíblico sus principios y métodos acerca de ese tiempo en que Jesús sufrió sus calvario.

    ResponderEliminar

  3. Amen! Gloriosa Cruz,testigo de esa tibia sangre que el madero mojó,que su último aliento escuchó. Cruz que fue testigo de su gran Amor....De su pasión ...labios y boca que callaron...mientras su costado y sus manos...sus pies...esa cruz su sangre tibia mojaron....Oh Jesús....mi Redentor, Rey mio y mi Esperanza eres tú. Gracias por tu amor,por tu salvación,por la reconciliación. Gracias Jesús.

    ResponderEliminar